Flexibilidad.
En
éste momento en que la vida transcurre vertiginosamente recibimos una cantidad
mucho mayor de información que la que recibían apenas hace un siglo de la misma
manera nuestro entorno cambia, ante los hechos me surgen algunas preguntas que podríamos
tener en cuenta:
¿Estamos
preparados para afrontar estos desafíos? ¿Si nuestro alrededor cambia a este
ritmo, lo estamos haciendo nosotros? ¿Tenemos las herramientas necesarias para
afrontar estas nuevas situaciones? Si la cantidad de información evoluciona
exponencialmente, ¿Qué sentido tiene querer almacenar algo que va a ser obsoleto
casi inmediatamente?
Parece
que la respuesta obvia es la de adquirir herramientas para poder buscar esa
información cuando se necesita, pero ¿y si las herramientas también evolucionan
y cambian a gran velocidad?
En
este caso, mi propuesta es: trascender el nivel lógico del simple aprendizaje y
aprender a aprender; en otras palabras deshacernos de los juicios internos,
poner una mayor atención en nuestro “idioma mental-emocional” y ser como niños
con la capacidad de adaptarnos al entorno en que vivimos.
En
la medida en que seamos observadores del mundo también vamos conociendo los
“diferentes idiomas” aunque sorprendentemente y de forma automática los hacemos
nuestros con facilidad.
¡Respira!
La tensión, el miedo, la angustia te imposibilitan, te paralizan y dificultan
tu movimiento natural en la vida, suelta viejos patrones, acepta que existen
infinitas maneras de ver, hacer, sentir, vivir y cada una de esas formas son
correctas.
El
lenguaje propio identificando el “lenguaje mental-emocional” del otro te ayuda
a entender su propio proceso haciendo más efectiva la comunicación y
convivencia, aumentando nuestra propia flexibilidad ante la vida.
Este
momento se basa en la aceleración como magnitud de cambio, y este hecho
conlleva herramientas de orden superior.
Namasté. _/\_
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