31 de marzo de 2012


Cada vez que transformamos un pensamiento negativo en un saber positivo preparamos el terreno para un milagro.


El orgullo



¿Cuál es la manifestación más dañina del orgullo?

El llegar a creer que uno no es digno de recibir amor, de ser amado auténticamente, y que por tanto, tampoco merece la pena amar. Esta es la actitud que más le hace aislarse en sí mismo, la que lo puede transformar en alguien reservado, apático, tímido, triste, melancólico, irascible y sin ganas de vivir. El orgulloso no permite que se le ame porque al encerrarse en sí mismo para evitar que le hagan daño, se niega a recibir para sí mismo cualquier muestra de afecto. Puede ocurrir que ya desde la niñez haya tenido que hacer de todo para que se le preste un poco de atención y por ello se haya auto convencido de que no hay nada mejor, de que no puede ser querido por alguien tal y conforme es. ¿Y qué ocurre entonces? Que cuando llega alguien dispuesto a amarlo de esa forma, incondicionalmente, tal y como es, y no por lo que haga, se asusta y se esconde en sí mismo. Lo rechaza sencillamente porque no se lo puede creer. “No me puedo creer que alguien me quiera, que no quiera aprovecharse de mí. Seguro que hay alguna trampa. Seguro que si me abro para recibir, me darán la gran puñalada y sufriré todavía más. No merece la pena. ” Y entonces, el orgulloso, teniendo lo que necesita para comenzar a ser feliz y siendo capaz de apreciarlo, lo rechaza. Entonces sufre por no querer sufrir, por no querer luchar por los sentimientos.

El primer paso es tomar conciencia del defecto y el segundo paso es la modificación de la actitud. El mero hecho de adquirir conciencia del defecto y sus manifestaciones no impedirá por sí mismo que se presente. Pero el reconocerlo nos ayudará a evitar actuar conforme quiere a la hora de tomar decisiones en nuestra vida. Si al mismo tiempo esas decisiones las tomamos ahora en función de lo que nos dictan los sentimientos, el defecto se irá debilitando paulatinamente hasta que finalmente será vencido.

Cuando te sientas triste o vacío no te encierres en ti mismo No reprimas tus sentimientos creyendo que vas sufrir menos por no sentir, porque sufrirás todavía más y será además un sufrimiento estéril que no te lleva a ningún sitio. Busca vivir de acuerdo con lo que sientes y no con lo que piensas. Sé comprensivo con los demás, pero no te dejes llevar por lo que los demás esperan de ti, si no es lo que tú sientes. No te escudes en el daño que te han hecho para justificar tu desconfianza y tu aislamiento. Sé prudente con los sientas que quieren aprovecharse de tus sentimientos pero abierto con los que van hacia ti de buena fe.