Credo a la bandera internacional de la Paz
Por la Dra. Emma Godoy
Ante esta benemérita Bandera Universal prometemos honrar
este símbolo luchando incansablemente por la paz. Anhelamos que acaben las
guerras entre las naciones, las luchas internas entre hermanos y que las
rencillas personales desaparezcan de la Tierra para que el amor reine entre los
hombres.
Sabemos que la paz empieza en el corazón de cada hombre, que
cada uno la engendra dentro de sí mismo. Por eso, ante esta Bandera que encarna
el saludo de Cristo, "La paz sea con vosotros", postramos el alma y
nos comprometemos diciendo:
Prometo solemnemente no albergar nunca más odio alguno.
Noche con noche me limpiaré de cualquier resentimiento y en
la oscuridad sonreiré muy cordialmente a quien en ese día, o en un día
distante, me haya hecho daño.
Todos exigimos el desarme de los países, mas yo empezaré por
desarmarme de represalias y venganzas.
Impediré que los jóvenes y los niños hereden los odios
ancestrales de su nación contra otra nación.
Me comprometo a no dejar que pase oportunidad de hacer
favores y el bien a los que están cerca de mí, pero también a socorrer a los
que se encuentran en otros pueblos lejanos del mío.
Amaré como compatriotas a quienes no lo son y habiten en
cualquier región del planeta, sin importar las diferencias de raza, de política
o de religión, pues no miraré lo que nos distingue y separa, sino aquello en lo
que coincidimos, o sea, nuestra esencia divina. Así podremos decir con el poeta
Terencio: "Soy hombre y nada de lo humano me es indiferente". O acaso
añadiremos con nuestro Torres Bodet: "Yo muero con cada hombre que
muere". De esa manera llegará el día cuando se derrumbarán murallas y
fronteras, y ya nadie se sentirá extranjero en ninguna parte.
Me comprometo, pues, a sentirme cada vez más el hermano de
los hombres cercanos o distantes. A convencerme de que todos somos uno, por ser
hijos del mismo Padre: de Dios que se llama Amor.
En resumen, voy a ser pacífico para llegar a ser
pacificador.
¡Que escuchen esta promesa la Bandera y los cielos!